En
la historia de la navegación de altura
─aquella efectuada fuera
de la vista de la costa─,
determinar la situación del buque constituía, al margen de las
inclemencias atmosféricas, el principal problema en este tipo de
navegación. Desde época muy temprana, el cálculo de la latitud se
conseguía con relativa facilidad mediante la altura de la estrella
polar, primero y la altura del sol al mediodía, más tarde. A
finales del siglo XVI la precisión de la misma era bastante elevada.
Por contra, el cálculo de la longitud fue muy inexacta hasta el
segundo tercio del siglo XVIII.
Inicialmente
se calculaba por estima, método, que a medida que aumentaba la
distancia navegada, se volvía más y más inexacta.
Podríamos
decir que el primer paso para el cálculo preciso de la longitud lo
dió John Hadley al inventar el octante en 1730.
Foto de https://www.mmb.cat
Con
este aparato, precursor del sextante, se podían medir con bastante
precisión las alturas de los astros sobre el horizonte, y, en
consecuencia, calcular la latitud y longitud del buque; pero para
calcular esta última se necesitaba la hora exacta y dada la escasa
precisión de los relojes de la época, la fiabilidad de la longitud
conseguida era muy incierta.
A
raiz del desastre naval de la Royal Navy en lasislas Sorlingas, el Almirantazgo
Británico, mediante el Board
of Longitude, instituyó
un jugoso premio ─Longitude
Prize─
para aquel que inventara un sistema preciso para el cálculo de la
longitud en alta mar.
El
astrónomo alemán Tobias Mayer en 1755, basándose en las
ecuaciones para el cálculo del movimiento de la luna de su
contemporáneo suizo Leonhard Euler, dio el segundo paso con la
publicación de sus tablas de distancias lunares.
Imagen de https://es.wikipedia.org
Este
método, bastante preciso, tenía el inconveniente de necesitar
complicados y largos cálculos matemáticos. El Board of Longitude
británico evaluó estas tablas y determinó que mediante su uso se
podía conseguir una exactitud al medio grado ─30
millas de máximo error─.
En
1767 el Royal Observatory dirigido por Nevil Maskevile, tras
un año de arduo trabajo, incluyó en el nuevo Nautical Almanac
and Astronomical Ephemeris unas
tablas de distancias lunares, una versión mejorada de las de Mayer.
Con los años esta publicación se convirtió en el almanaque común
de todos los marinos del mundo. El
hecho de estar basado en el
Royal Observatory of Greenwich,
contribuyó de manera
determinante a que cien años más tarde se adoptara
internacionalmente el meridiano de Greenwich como meridiano cero.
El
famoso navegante y descubridor británico James Cook utilizó, con
muy
buenos
resultados,
estas
tablas
para el cálculo de la longitud en su primer viaje.
Imagen de https://www.biography.com
En
1752 John Harrison diseñó el
H4, el
primer cronómetro marino del mundo que
se encargó de fabricar el artesano John
Jefferys.
Imagen de https://upload.wikimedia.org
Con
los años y tras innumerables pruebas, trabas y demoras, aquel
consiguió un total de 23.065 libras esterlinas en premios y
subvenciones del rey, el parlamento y otras instituciones, pero el
Longitude
Prize
nunca
fue
concedido, ni
a él
ni a nadie.
Cook,
en su segundo y tercer viajes, utilizó el cronómetro K1, elaborado
por Larcum Kennedy, que era del tamaño de un reloj de bolsillo,
resultando muy fiable y preciso. Este cronómetro era una copia del
cronómetro H4 de John Harrison.
En
1759 John Bird creó, bajo las indicaciones del marino escocés John
Campbell, una evolución del octante: el sextante. Este instrumento
junto al cronómetro permitieron a los navegantes el cálculo preciso
de la longitud. En pocos años su difusión se generalizó en las
marinas civiles y militares de todos los paises del mundo.
Por
observación y comparación se calculaba el movimiento de los
cronómetros con un pequeño margen de error. No fue hasta 1924 que
la BBC empezara la emisión de señales horarias mediante acuerdo con
el Observatorio de Grenwich, permitiendo desde entonces calcular con
absoluta precisión el estado absoluto de los cronometros, aumentando
por consiguiente la fiabilidad de las situaciones del buque en alta
mar.
Al
almanaque náutico pronto se le unieron
diferentes tablas para facilitar el cálculo de la longitud. Con
todo, el cálculo era un poco engorroso hasta que en 1837 el capitán
norteamericano Tomas
H. Summer descubrió, casualmente, el uso de una recta de altura para
determinar una línea de posición. Un método que perfeccionó
posteriormente Marcq
de Saint-Hilaire. La tangente de este último ha sido el método más
utilizado hasta nuestros
días, o mejor dicho, hasta la aparición de los sistemas
hiperbólicos de navegación primero ─Decca
y Loran─
primero y los sistemas inerciales y satelitales después.
Imagen de https://www.ebay.es
La
Segunda Guerra Mundial facilitó primero, el desarrollo de métodos mecánicos para el cálculo de la situación
que podían utilizar facilmente navegantes inexpertos y después, la
publicación de tablas rápidas para la navegación aérea.
Estas últimas tablas, por su sencillez y rapidez, fueron
profusamente utilizadas por navegantes de todos los paises para el
cálculo de la situación del buque con
posterioridad a la 2ª. G.M. y hasta la aparición de las
calculadoras científicas y náuticas, primero y
de los sistemas
descritos más arriba, después.
Señalar
finalmente, como curiosidad, que Joshua Slocum, al no
disponer de cronómetro,
utilizó el método de distancias lunares en su primera vuelta al
mundo en solitario.
R.S.M.
16-05-2020
Fuentes:
No hay comentarios:
Publicar un comentario