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Este artículo pretende responder a todos aquell@s que, al conocer mis andanzas marineras, me preguntan si he sufrido temporales, si he pasado miedo o parecidas cuestiones relacionadas con el mal tiempo en la mar.
En líneas generales podemos decir que el mal tiempo en la mar es aquel en que las condiciones de navegación no son agradables, ya sea por la ausencia de sol, por la lluvia, por el viento, por el estado de la mar o por otros meteoros.
La palabra "temporal", según el diccionario de la R.A.E., significa "tempestad" y esta a su vez significa tormenta grande, especialmente marina, con vientos de extraordinaria fuerza.
En la escala BEAUFORT, "temporal" corresponde al grado 8: El viento sopla entre 32 y 37 nudos (59 a 68 km/h o 17 a19 m/s), de las crestas de las olas se desprenden rociones. La espuma es arrastrada en nubes blancas. En tierra se rompen las ramas delgadas de los árboles. Se hace muy difícil caminar contra el viento.
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En esta misma escala existen más grados: 9 temporal duro, 10 temporal muy duro y 11 temporal huracanado, pero nos limitaremos preferentemente a considerar el temporal a secas, es decir el de grado 8.
Como otras cosas en la vida, todo es relativo. Quiere esto decir que la percepción de la fuerza del viento y la altura de las olas, dependerá de la experiencia del que lo sufre, del periodo de aclimatación previo, del tamaño del barco, de la solidez y condición marinera del mismo y de la capacidad, experiencia, sangre fría y conocimiento íntimo del barco del patrón o capitán y su tripulación. Pero sea cual sea la condición y tamaño del barco y la experiencia de la tripulación, nunca hay que menospreciar el poder infinito del mar.
Teniendo en cuenta estos condicionantes, creo que es aceptable decir que temporal es aquella tempestad en la mar en que las condiciones meteorológicas reinantes pueden ponen en peligro la seguridad de la tripulación y el buque.
Como es obvio, durante un temporal los barcos de vela estarán más condicionados que los de motor, ya sea por la direcciòn y fuerza del viento o por la situación de la costa respecto del barco. Si la costa está situada a sotavento del buque, es fácil que este pueda verse en una situación comprometida.
También es evidente que la percepción y el efecto del mal tiempo o temporal sobre la marcha del barco cambiará sustancialmente si se navega a favor o en contra del viento y el mar dominantes.
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Respecto al miedo, sólo decir que probablemente todos los que hemos navegado un poco hemos experimentado miedo delante de mares o situaciones comprometidas. Delante de un temporal tener miedo es lógico y humano, lo que hay que evitar a toda costa es entrar en pánico o quedarse paralizado, tenemos que ser capaces de sobreponernos al miedo, en especial si se es el patrón o el responsable de la guardia. El miedo y el pánico son contagiosos. Tampoco hay que ir de sobrado o con exceso de confianza. La soberbia, en la mar, tiene un precio muy alto. El poder del mar es colosal, inconmensurable, sobrehumano. En general, lo aconsejable en la mar es respeto, humildad, honradez, tenacidad y paciencia.
¿Qué hay que hacer en caso de tener que habérnoslas con un temporal? Dependerá de muchos factores, por ejemplo de la potencia y tipo de propulsión del barco, de su tamaño, de las condiciones marineras del mismo, de si tenemos costa a sotavento, del número de tripulantes, etc., etc.
Dice Joseph Conrad: "Los temporales tienen su propia personalidad, y, después de todo, tal vez ello no sea extraño; pues al fin y al cabo, son adversarios cuyas artimañas debe uno desbaratar, cuya violencia debe uno resistir, y con los que, sin embargo, ha de vivir en la intimidad de las noches y los días". Por su parte Bernard Moitessier afirma: "No hay dos temporales idénticos, ni dos barcos iguales, ni dos patrones semejantes"
Es decir que el capitán o patrón en función de las variables que intervengan, decidirá lo más conveniente para la seguridad de la tripulación y el barco.
Una vez puestas trincas dobles a los elementos móviles del buque y su carga y, si el barco es un velero, reducida la superficie vélica; generalizando, las posibilidades se reducen a cuatro:
- Seguir navegando al mismo rumbo adecuando la velocidad a las condiciones de la mar actuales y/o futuras, esto último para todas las cuatro posibilidades.
- Cambiar de rumbo para dirigirse al refugio más cercano y adecuar la velocidad y/o la superficie vélica a las nuevas condiciones.
- Capear de la manera más adecuada a las condiciones reinantes y al tipo y tamaño del barco -con poca máquina presentando la proa o la amura a la mar, con ancla flotante, poniéndose en facha, largando aceite, etc., etc.- (ver la singladura nº 13 de los Apuntes de una travesía en solitario).
- Correr el temporal presentando la popa a la mar (con más o menos máquina, a palo seco, remolcando estachas, etc., etc.).
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Lógicamente, antes de zarpar, habremos puesto el barco a son de mar y lo habremos preparado para cualquier contingencia (ver La navegación de altura a vela y su preparación).
Conviene ser prudente y, antes de zarpar, consultar los partes meteorológicos pertinentes. En caso de anunciarse temporal, será mejor esperar a una buena previsión meteo. Una vez en la mar conviene seguir escuchando los partes meteo para, en caso de temporal, poder preparar el barco y/o cambiar de rumbo para refugiarnos en algún puerto. Si estamos en alta mar durante una travesía oceánica y se anuncia temporal, probablemente tendremos que lidiar con él, pero siempre es mejor conocer lo que nos espera para preparar el barco y la tripulación adecuadamente. Es aconsejable preparar comida antes de que engruese la mar.
Nunca subestimemos el poder de la mar que puede ser terrible y temible, utilicemos el sentido común, seamos cautos y prudentes, cumplamos con nuestras obligaciones a bordo y confiemos en nuestro patrón o capitán.
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Es muy aconsejable la lectura de "Navegación con mal tiempo" de Adlar Coles, un clásico. Imprescindible para quienes navegan a vela en cualquier mes del año.
Lo sucedido en las trágicas regatas Fastnet/1979 y Sidney - Hobart/1998 pueden aportarnos algunas enseñanzas valiosas.
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Con todo, las lectoras y lectores con poca experiencia en la mar no deben asustarse, las probabilidades de que tengan que afrontar un temporal son ínfimas, sirva de ejemplo mi caso: He navegado cerca de 200.000 millas (una cuarta parte en barcos de vela) en latitudes benignas -entre 45ºN y 40ºS- y únicamente he sufrido unos pocos temporales (menos de 5), ninguno de ellos de supervivencia y sólo uno duro.
Y si a pesar de todo tenéis la mala suerte de sufrir mal tiempo o un temporal, como dice el refrán, "al mal tiempo buena cara".
El mar puede ser extremadamente duro, implacable e inhumano, a menudo es amable y hermoso y siempre es excitante, nuevo y magnífico. Disfrutemos de él, aprendamos y atesoremos experiencia para estar preparados el día que tengamos que lidiar con mal tiempo o un temporal.
Román Sánchez Morata, 21-11-2018
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Artículo original: https://www.navegar-es-preciso.com/news/el-mal-tiempo-los-temporales-y-el-poder-infinito-de-la-mar/
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